Riot Latinoamérica apostó y perdió. De forma unilateral, decidió llevar a cabo la promoción/relegación y cuando se dieron cuenta que ya no podría llevarse a cabo, no quiso asumir la responsabilidad y los perjudicados fueron los equipos.

Por Jona Valenzuela
Editor General de Prensalol
@InfiniteVisions

Cuando uno decide seguir una hoja de ruta en la que gran parte de las situaciones que pueden ocurrir no dependen de uno y no se tiene control de las variables que pueden aparecer, la posibilidad de que las cosas no ocurran como uno espera es bastante alta. Detrás de tomar una decisión arriesgada, de tentar a la suerte, de tirar una moneda esperando que las cosas salgan como un planea, existe una probabilidad altísima de que las cosas no salgan como uno espera. Eso fue lo que pasó con Riot Games y la promoción/relegación.

Apostando e improvisando

Decidieron esperar hasta último momento para determinar la viabilidad de esta instancia, esperando que la situación pandémica permitiera su realización. No ocurrió, Undead Gaming no pudo viajar y este tambaleante castillo de naipes se cayó: Riot decidió cancelar la instancia y crear un frankestein improvisado sin ningún tipo de sentido para 2021, con cuatro equipos que esperarán más de un año para jugar promoción/relegación con otros cuatro equipo que ni siquiera conocen aún

Lo más probable es que este formato, que puede incluir hasta ocho equipos peleando esta instancia hará que los cuatro equipos de LVP se enfrenten entre sí, a la vez de que los cuatro equipos de la LLA jueguen entre sí también, en donde los dos ganadores de LVP se enfrenten a los dos perdedores de la LLA para los cupos. Por lo tanto, se adiciona una etapa más para cada equipo, lo que genera una desventaja competitiva.

La decisión de la cancelación es la adecuada, primero que todo. El problema es que llegó 4 meses tarde como mínimo. La responsabilidad de ese retraso es exclusivamente de Riot Games Latinoamérica, porque decidieron mantener su hoja de ruta y tentar a la suerte. Porque los equipos han gritado a los cuatro vientos que vienen, como mínimo, desde mayo planteando esta situación. Fallaron, porque decidieron confiar en la suerte de forma unilateral y no se detuvieron a evaluar estos escenarios. O no quisieron.

La solución propuesta es incluso peor, perjudicando a todos los equipos involucrados. Furious Gaming y Pixel Esports tendrán que armar sus plantillas pensando en convencer a jugadores a estar en una organización condenada a la promoción/relegación. ¿Cómo lograrlo sin tener que apelar a poner más dinero sobre la mesa? Estral Esports y Undead Gaming van a perder a sus estrellas y podrían reorientar sus presupuestos a otros esports. ¿Para qué invertir en una instancia, como el split de apertura, en el que no se pelea por nada? Un semestre a la basura para todos.

Asumir las consecuencias

La decisión de tentar a la suerte y confiar en que las variables que no puedes dominar jueguen a tu favor es una opción. No obstante, es una decisión que se toma aceptando que existe un escenario desfavorable y que es altamente viable, por lo tanto, se asume de forma tácita que se debe asumir las consecuencias de estas decisiones arriesgadas.

Riot Latinoamérica apostó y perdió. La pandemia, las restricciones, las políticas propias de cada país, la poca cultura sanitaria de latinoamérica, la incompetencia de nuestros gobernantes, entre muchos otros factores, ganaron la apuesta. De forma unilateral, decidió llevar a cabo esta instancia, y cuando se dieron cuenta que ya no podría llevarse a cabo, no quiso asumir la responsabilidad y los perjudicados por la decisión terminaron siendo las instituciones, inversionistas, jugadores, staff técnico y, en última instancia, los fans.

Por el lado de Riot, ciertamente, la tormentosa relación que han tenido con la comunidad en Latinoamérica desde el anuncio de la fusión en 2019, probablemente ha llegado a su punto más bajo. Pero fuera de eso, y de la compensación económica que le dará a las escuadras de la LVP, la compañía no ha asumido formalmente la responsabilidad del resultado al que se llegó por sus decisiones, una vez más, unilaterales.

Los equipos tienen razón en estar enojados/molestos/tristes/frustrados, los fans tienen razón y están en su legítimo derecho en exigir una solución real para los involucrados. Porque si no lo hicieran, significaría que no les preocupa la situación del deporte que aman. Riot debe entender que los equipos son sus socios y no sus empleados; que la comunidad es parte del ecosistema que le da vida a la competencia y que no es algo desechable.

¿Cómo hacerlo? Asumiendo la responsabilidad. Y esto significa que si hay alguien que debe verse perjudicado y saber lidiar con ello, es Riot mismo. Ya sea con una liga de 10 equipos, con alguna compensación económica real, con una disculpa pública, con una instancia diferente de promoción/relegación. Y no con un formato improvisado, en el que un equipo puede pelear el descenso a Circuito Nacional y el ascenso a la LLA al mismo tiempo; o representar a Latinoamérica en Worlds mientras intenta no descender de la liga. Esto no es un capítulo de Dark.

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